Si se entiende que los servicios ecosistémicos que proporciona un sistema forestal son múltiples, se concluirá que no sólo hay que respetar los que demanden los turistas accidentales que pisan los montes con su óptica neocolonialista, si se entiende que cada sistema forestal tendrá un mix óptimo de servicios ecosistémicos y, sobre todo, si se entiende que la propiedad tiene un papel fundamental que la lleva a ser respetada y apoyada, y no despreciada y denostada, empezaremos a avanzar. Y también progresaremos si no se mira las repoblaciones como cultivos a erradicar, sino como sistemas que, gestionados con juicio, pueden proveer diferentes servicios ecosistémicos, pueden ayudar a despegar industrias en el rural, pueden dar opciones a la demanda de madera de construcción y, además, pueden mitigar las consecuencias de la aplicación de la citada Estrategia europea de biodiversidad.
Por último, si hablamos de diferentes servicios ecosistémicos, de diferentes preferencias hacia los mismos, de posibles gestiones diversas en un mismo monte para los mismos objetivos, de la necesidad de tener en cuenta la población anclada en estos sistemas, está claro que las soluciones basadas en posturas maximalistas, en prejuicios hacia algunas especies (sean pinos o eucaliptos), en desdeñar la opinión de los técnicos o, en definitiva, en convertir un problema multicriterio en uno monocriterio resuelto sin una empatía mínima con los stakeholders del rural, nunca producirá soluciones satisfactorias para el porvenir de la masa forestal en cuestión. Sólo se acentuarán y perpetuarán las contradicciones anteriormente descritas.